Opinión
Aprendizajes de este 2020
Nadie que haya vivido el año 2020 en nuestro planeta podría ignorar la pandemia de COVID-19 en el resumen y el balance. Seguramente usted, amable lector, ya ha disfrutado en la mayoría de los casos de una amplitud de vivencias, testimonios y análisis de lo que esta crisis de salud, económica, política y social, nos ha hecho vivir a todos. No me empecinaré entonces ni en describir como la pandemia nos afectó ni en cómo nos adaptamos. Pero sí les compartiré qué fue lo que aprendimos y el porqué la educación debe ser una prioridad.
La escuela son las personas
Durante el inicio de la pandemia, tanto las autoridades como las organizaciones que nos dedicamos al estudio y el análisis del tema educativo, tuvimos que decantarnos por la opción del cierre total de escuelas, convencidos de que así se preservaría la vida y la salud de docentes, estudiantes y familias. Sin mucha evidencia, se avanzó en una decisión que, en ese entonces, sólo se proyectaba por unas cuantas semanas del año. Hoy, cuando ya hemos visto tres cuartas partes del año con las escuelas cerradas, sabemos que es posible que la educación y el aprendizaje sigan adelante y que las escuelas no son las paredes, los ladrillos y los asientos, sino los lazos, la comunicación, la amistad, el cariño y la colaboración entre las personas. Y también sabemos, que a pesar de los avances tecnológicos, nada puede aún reemplazar cuando nos encontramos cara a cara. Por eso, cuando podamos regresar a las aulas, debemos hacerlo con un renovado agradecimiento y también, con una renovada claridad de que, en educación, también se le debe prestar atención a cómo generas cada día mejores relaciones entre quienes componen la comunidad escolar.
El corazón importa tanto como la cabeza
Este año también nos ayudó a entender mediante la experiencia cotidiana, algo que la literatura ya se había apurado en adelantar. No se aprende con la cabeza sino se está listo para ello con el corazón. Por eso, aunque válida como mecanismo de sentido y de identidad, la escuela a distancia es una versión incompleta si no se considera en la reflexión, el diseño, la práctica y la evaluación pedagógica y educativa, el factor socioemocional de los estudiantes. El encierro, el aislamiento, no salir con tranquilidad al espacio público, no ver ni jugar con los amigos, la tristeza y el luto ante la partida anticipada de algún familiar o persona cercana, han sido algunas de las razones que hoy por hoy, han llevado al tema del bienestar socioemocional a ser una prioridad, el menos en el discurso, en el sector educativo. Habrá que recorrer un largo camino para efectivamente lograr el desarrollo de ciertas competencias de auto-regulación, auto-conocimiento y de sana convivencia con otros, no como un valor agregado pasajero producto de la pandemia, sino como un atributo permanente de un sistema educativo renovado.
Aprender importa
Aunque duela decirlo, la educación a distancia no ha sido el molde adecuado para las necesidades de todas y todos. Factores como la disponibilidad de internet y tecnología, la compañía de familiares para el aprendizaje en casa y los niveles de escolaridad de las familias, las presiones económicas y la necesidad, han sido todos factores que han determinado que los niveles de involucramiento en el aprendizaje remoto hayan tenido una gran variabilidad. Duele, porque de acuerdo con estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en siete meses de cierres de escuela, los estudiantes en México y Sinaloa pueden haber perdido más aprendizajes de los que se logró avanzar en el país entre el 2012 y el 2020. Esa pérdida de aprendizaje, a su vez, está conectada con oportunidades de vida a las que se accede o se deja de acceder: educación superior, mejor empleo, prosperidad económica, tranquilidad familiar y paz social. Aprender importa, no sólo porque es el camino concreto a mejoras en la vida de cada persona, sino porque a través del aprendizaje nos equipamos mejor para construir entre todos el proyecto colectivo de la sociedad en la que realmente quisiéramos vivir. Aprender importa porque, desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en 1948, el mundo aprendió que la paz, la amistad y el entendimiento entre las personas, no puede asumirse como un resultado esperable sólo del hecho de convivir. Es necesario cultivarnos, volvernos una mejor versión de nosotros mismos, y así, volver al mundo un lugar mejor.
Que el 2021 sea tiempo y oportunidad para aprender a construir colectivamente un mejor sistema educativo, más justo, más inclusivo, para todas y todos. No podemos poner excusas y pretender volver con conformidad a lo que teníamos antes. En ese anhelo y en esa exigencia estaremos el 2021 y los años por venir.
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Ángel Leyva