Opinión
El análisis del presupuesto es generalmente un ejercicio árido y lleno de cifras que marea, pero imprescindible para conocer las prioridades gubernamentales. Por ello, dedicaremos las próximas semanas a compartir distintos ángulos y miradas desde las cuales se pueda informar de manera clara y sencilla lo que está pasando con el presupuesto educativo, partiendo por lo más general y llegando a lo más específico.
De esta manera, el punto de partida debe ser informar que para el 2022, Sinaloa proyecta recaudar y gastar algo más que 58 mil millones de pesos en todo su presupuesto. De esto, el 87.5% provendrá de recursos federales y 12.5% de estatales. Es decir, se aprecia una alta dependencia de aportaciones federales que, al menos en lo educativo, tiende a ser menor. Esto porque en Sinaloa 33.2% del gasto educativo total provendrá de financiamiento estatal, y el restante 66.8% de la federación.
Luego, de esos 58 mil millones, casi la mitad (47.9%) se destinará a educación. Esto significa que dicha área de gasto se sigue manteniendo como la principal prioridad del presupuesto en el estado. Sin duda, una tendencia positiva. Pero ¿será suficiente para resolver todas las necesidades del sistema educativo estatal?
Antes de responder esta pregunta, es importante explicar que los cambios en presupuesto deben siempre analizarse en términos reales y no en términos nominales. Esto debido a que, aunque los montos asignados para un nuevo año fiscal sean mayores a los del año anterior, si no alcanzan a compensar el efecto de la inflación, entonces se produciría un decremento presupuestal.
Un ejemplo de esto es lo que ocurre con el ramo 33, el principal ítem de asignación de recursos federales a la educación en el estado. Comparado con 2021, los recursos asignados para este ramo en el 2022 crecieron 5.2%.
Sin embargo, al considerar que sólo hasta octubre la inflación anual estimada alcanzaba los 6.24 puntos (Banco de México, 2021) se estaría produciendo un déficit de 1.04 puntos porcentuales.
Así las cosas, a los 13,073 millones de pesos asignados a Sinaloa en el ramo 33, en realidad le faltarían casi 136 millones para que lo presupuestado en 2022 tenga igual valor que lo que se le destinó en 2021.
Otro ejemplo es el monto asignado por el gobierno del estado a uniformes y útiles escolares, el cual recibe un total de 320 millones de pesos, mismos montos que desde el año 2019.
Salvo que exista un contrato multianual que fije precios para la compra de los uniformes y útiles que se entregarán a la población escolar, al considerar la inflación acumulada, faltaría asignar 39 millones de pesos extra para que el monto presupuestado para el 2022 tenga el mismo valor que tuvo en el año 2019.
Esta forma de análisis comparativo permite entender si realmente se hace un mayor esfuerzo por priorizar la educación o no. Pero no es la única forma de entender qué significan los montos de la iniciativa de presupuesto que cada año se presenta al congreso. Por ejemplo, otra alternativa es ver cuánto se está gastando por estudiante. Y allí, es donde el panorama es aún menos alentador.
Así, considerando todo el gasto proyectado para el 2022 en educación básica y media superior y el tamaño de la matrícula del ciclo escolar en curso, vemos que en Sinaloa se gastan 33 mil 100 pesos por cada alumno inscrito en escuelas públicas al año. Traducido en dólares, hablamos de 1 mil 556 dólares por estudiante. Cifra que, de acuerdo con nuestros cálculos, representaría 87% menos que el gasto promedio por alumno en países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, según informa su publicación Education At a Glance 2021.
Como podemos ver, se trata de un panorama complejo, en donde un análisis fino y riguroso del presupuesto, revisando programa por programa y considerando si al menos se logra ajustar los efectos de la inflación, será lo único capaz de confirmar si los discursos se materializan en la realidad. Pronto continuaremos con el análisis.
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Daniel Rodríguez