Opinión
Durante la pandemia por Covid 19, el mundo se vio enfrentado a una crisis educativa sin precedentes. Estudios a nivel mundial proyectaban una considerable pérdida de aprendizaje en niñas, niños y jóvenes tras el cierre de escuelas y el confinamiento. De acuerdo con el Banco Mundial, los estudiantes en el mundo perdieron cerca de un año de aprendizajes, mientras que, en México, el cierre escolar prolongado resultó en una pérdida aún mayor: 1.5 años en promedio. Estas cifras, aunque impactantes, sólo son la punta del iceberg de una situación que requiere una atención urgente y focalizada. En el caso específico de Sinaloa, la ausencia de datos exactos sobre su desempeño en pruebas internacionales no es motivo para ignorar la realidad local. Los resultados de evaluaciones estatales reflejan una pérdida de aprendizaje acumulativa que amenaza con afectar el futuro de las generaciones venideras.
De acuerdo con el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) 2022, México obtuvo 395 puntos en Matemáticas y 415 en Lectura, en ambos casos por debajo de la media (480 y 482, respectivamente) de los países de la OCDE. El informe PISA mide los conocimientos y habilidades necesarios para la vida en los alumnos de 15 años, por lo que esto se traduce en que dos de cada tres estudiantes no pueden usar sus aprendizajes de matemáticas para resolver problemas de la vida diaria y uno de cada dos no puede comprender lo que lee.
Para el caso de Sinaloa, la situación no es diferente. Si bien no puede saberse con exactitud el resultado del estado en la prueba PISA (ya que se dejó de contar con representación estatal desde el 2012), los resultados de la Evaluación diagnóstica del aprendizaje de las y los alumnos de educación básica, diseñada por la Mejoredu, nos brinda también indicios de la pérdida de aprendizaje de los estudiantes en Sinaloa.
Por ejemplo, en esta evaluación aplicada en el ciclo 2021-2022, el promedio estatal de respuestas correctas en los alumnos de tercero de secundaria fue de 44.9 por ciento en Lectura, y 42.2 por ciento en Matemáticas. Mientras que, en sexto de primaria, el promedio estatal fue de 53 y 56.5 por ciento (respectivamente). Esto nos indica que la pérdida de aprendizaje es acumulativa, y se acrecienta con el paso de los años.
Asimismo, en la aplicación posterior de esta evaluación (ciclo 2022-2023), el promedio estatal de respuestas correctas en los alumnos de tercero de secundaria fue 48 por ciento en Lectura y 30 por ciento en Matemáticas. Además, en el nivel de primaria, los logros de aprendizaje más bajos se encontraron en cuarto y quinto grado, es decir, que coincide con los estudiantes que iban iniciando su trayectoria educativa cuando se dio el cierre de escuelas.
La pérdida de aprendizaje tanto en México como en Sinaloa es un problema que trasciende las fronteras de lo académico. Más allá de números o estadísticas, se trata de una crisis que compromete el desarrollo integral de niñas, niños y jóvenes, así como el futuro mismo de nuestra sociedad. Por ello resulta preocupante que este tema se encuentre ausente en la agenda de los candidatos presidenciales 2024, donde hasta ahora no han presentado propuestas o estrategias concretas para revertir esta situación.
Frente a esta realidad alarmante, es momento de actuar con determinación y empatía, reconociendo la magnitud del desafío que enfrentamos y trabajando en conjunto para encontrar soluciones efectivas. Tanto autoridades educativas actuales, como él y las candidatas, deben asumir un compromiso firme para abordar la pérdida de aprendizaje, asignando recursos adecuados, promoviendo políticas educativas inclusivas y fomentando la colaboración entre todos los actores involucrados. La crisis no puede seguir esperando respuesta.