En el año 1993, inició el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica y Normal (ANMEB), proceso mediante el cual se buscó descentralizar la educación en México, otorgándole a los estados y municipios la operación de los servicios educativos. No obstante, los ayuntamientos han contado con poco margen de maniobra en cuanto a competencias en este ámbito. Por ello, uno de los propósitos del Índice Global de Aprendizaje (IGA) fue lograr que los gobiernos municipales se vuelvan más partícipes en el impulso del derecho a aprender. Con esto en mente, nos dirigimos a nuestro primer destino: Elota.

Como se mencionó anteriormente, el ANMEB buscó impulsar el federalismo mexicano, dotando a las entidades y municipios mayores responsabilidades en el proceso educativo. A los estados, se les encomendó las funciones administrativas y operativas, mientras que los municipios quedaron a cargo, principalmente, de mantener a las escuelas en buenas condiciones.

Sin embargo, los ayuntamientos aún poseen competencias limitadas, tanto de funciones como de recursos, por lo que, lamentablemente, no han tenido la participación adecuada para una gobernanza educativa ideal.

Esto es lo que se busca cambiar con la ruta de incidencia del IGA, el cual es un insumo útil que les brinda a las autoridades municipales información oportuna para una mejor toma de decisiones de acuerdo a sus contextos. El IGA es una herramienta integral que permite medir los resultados educativos por municipio con una mirada socialmente más justa.

Por ejemplo, si se usaran las metodologías de rankings que toman en cuenta sólo los resultados de aprendizaje (como comúnmente se suele medir la educación), Elota se encontraría en el último lugar de Sinaloa. Pero el IGA va mucho más allá de eso. Para su construcción, se tomaron en cuenta alrededor de 32 variables, para después identificar cuáles eran las que más se asociaban negativamente con el logro académico, es decir, donde los estudiantes enfrentaban mayores dificultades educativas para aprender. Así, se obtuvieron un total de 8 variables, clasificadas en tres dimensiones: 1) servicios básicos en viviendas y escuelas; 2) presencia de bienes de confort en los hogares; y 3) condiciones socioeducativas.

Este modelo, permitió identificar que, aunque Elota es un municipio que se encuentra por encima del promedio estatal en cuanto a carencias o dificultades educativas en las anteriores tres dimensiones, logró ubicarse entre los municipios más sobresalientes, superando las expectativas de aprendizaje respecto a su entorno socioeconómico.

En palabras más sencillas, los estudiantes en Elota rompen con las inercias de las exclusiones educativas y logran aprender más de lo esperado, dado el nivel de desventaja en la que se encuentran. Entonces la pregunta es: ¿Qué se hace diferente en Elota para favorecer un mayor aprendizaje en sus alumnos a pesar de las dificultades en las que se encuentran? Esta pregunta se respondería únicamente con una nueva línea de investigación.

En la visita al ayuntamiento de Elota, esta información fue socializada no sólo con las autoridades municipales y regionales, sino también con asesores técnico pedagógicos y padres de familia que estuvieron presentes y nos expusieron las tantas problemáticas a las que se enfrentan en su labor. Esto nos permitió generar nuevos espacios de diálogo con actores a los que no siempre se les permite involucrarse en la toma de decisiones, pero que tienen muchísimo por aportar en el mejoramiento de la calidad y de la justicia educativa.

Desde Mexicanos Primero Sinaloa, seguiremos buscando abrir más canales de comunicación con los demás municipios y los actores escolares que ahí laboran, para impulsar una gobernanza educativa efectiva. Estamos seguros que, partiendo desde los contextos locales, y en colaboración con los diferentes agentes educativos, se logrará propiciar entornos sociales más justos para el aprendizaje de niñas, niños y jóvenes.