Opinión
La semana pasada presentamos nuestro análisis de la encuesta para la medición del impacto COVID-19 en la educación (ECOVID-ED) 2020, misma que arrojó que 5.2 millones de personas entre 3 y 29 años en México no se inscribieron al ciclo escolar actual. Nuestra estimación para Sinaloa asciende a las 127,860 las personas entre 3 y 24 años (9.6% de dicha población) no inscritas al ciclo escolar 2020-2021. Aunque una radiografía más detallada del efecto de la pandemia en el abandono escolar se podrá tener con la finalización del año escolar actual y el inicio del próximo, por todas latitudes del mundo, se aprecia un fenómeno similar. Cientos de miles de niñas, niños y jóvenes en América Latina han salido de las escuelas sin regresar. Esta semana, con la presencia de más de 80 ministros de educación del mundo, la UNESCO reforzó el llamado a priorizar la educación para evitar una catástrofe generacional. Este mensaje nos representa completamente.
Por esto nuestro, nuestra insistencia en la urgencia de implementar una alternativa intermedia a la apertura y el cierre totales, como lo son los Centros Comunitarios de Aprendizaje. Con argumentos, evidencia y análisis, podemos defender que esos centros pueden contribuir en evitar un éxodo catastrófico de estudiantes del sistema educativo. Y también, que ellos ofrecen la posibilidad de recuperar nuestras comunidades de aprendizaje y comenzar el diálogo amplio y solidario que nos permitirá definir el tipo de educación que necesitaremos después de esta pandemia.
Durante este tiempo, Mexicanos Primero Sinaloa no ha dejado de monitorear, analizar y evaluar permanentemente el escenario. Conocer el grado de afectación de los cierres escolares en el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes en Sinaloa es el primer paso para saber qué tan duro nos golpeó la pandemia. Sólo desde esa comprensión podremos saber qué requerimos para recuperarnos. Ante la falta de evidencia confiable en nuestro sistema educativo, ojos de observadores y análisis externos son de vital importancia. Lo hicimos en su momento con nuestros estudios titulados #EnseñoEnCasa. Y ahora, tenemos la oportunidad de hacerlo desde la reciente publicación del libro “An educational calamity” (Una Calamidad Educativa) editado por el profesor Fernando Reimers, de la Universidad de Harvard.
Con el espíritu de sumar talento y capacidades en la resolución de la crisis en Sinaloa, junto a colegas de la clase de política educativa internacional del profesor Reimers, formamos un equipo de trabajo enfocado exclusivamente en la situación de Sinaloa durante la pandemia. Nuestro trabajo, comprende una detallada explicación del impacto de esta crisis sobre los estudiantes y una exhaustiva revisión de bibliografía- Y también, ofrece también alternativas de mitigación para luchar contra estas consecuencias, junto con orientación respecto a los principales elementos a considerar en la implementación de dichas medidas.
Este libro, accesible de manera gratuita en formatos como Kindle y PDF en internet, y más específicamente, nuestro octavo capítulo, ha posicionado a Sinaloa como actor relevante en la lucha global por evitar la catástrofe que el título del libro describe tan directamente. Junto a Quintana Roo -la otra entidad mexicana en ser incluida- y países como Belice, Bangladesh, Costa Rica, Guatemala, Kenya, Sudáfrica, Emiratos Árabes y Estados Unidos, el libro es generoso en describir que el impacto de medidas como la austeridad fiscal, la implementación de políticas no centradas en evidencia y la falta de acuerdos amplios respecto a la importancia de la educación ejercen sobre las oportunidades de niñas y niños. Y también, en cada capítulo se pueden encontrar elementos para sentir esperanza respecto a la posibilidad de que esta pandemia permita resolver los viejos defectos de nuestros imperfectos sistemas educativos.
En tiempos de crisis, la colaboración entre quienes compartimos el ideal de construir una mejor sociedad desde la educación debiera ser una ancha avenida con espacios para todas y todos quienes tengan las ganas y las capacidades de participar y actuar en favor de los derechos de niñas, niños y jóvenes. No es momento de dejar a nadie afuera del proceso que nos permitirá ofrecer nuevamente la oportunidad única que dan las escuelas. Regresemos, evitemos la catástrofe.
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Ángel Leyva