Opinión
La Pax Romana es el término con el que se denomina la época de mayor desarrollo económico, político y cultural del Imperio Romano. Se trató de una estabilidad constante de más de dos siglos, tanto adentro como afuera de los límites del imperio, lo cual le permitió a Roma sentar las bases de lo que fue su dominancia en lo que hoy conocemos Europa.
La referencia histórica no es gratuita. A poco tiempo de su administración, el gobierno del estado de Sinaloa, encabezado por Rubén Rocha Moya, ha debido sortear inestabilidad interna, proveniente de las filas del magisterio sinaloense, específicamente de la Sección 27 del SNTE. El conflicto podría haber tomado por sorpresa a más de alguno, pero una lectura más fina daba señales de desavenencias desde el inicio de la gestión de Graciela Domínguez Nava en la SEPyC.
A mediados de noviembre del año pasado, una de las primeras señales visibles de discrepancia se dio con el nombramiento de la jefa del departamento de educación preescolar debido a su breve trayectoria como profesional de la educación. Este nombramiento generó bastante resistencia entre el magisterio, que dejó ver mediante múltiples canales su disconformidad, tanto con el perfil como con las señales políticas que se desprendían de la decisión.
Sin embargo, las escaramuzas más serias no se darían hasta bien entrado el segundo semestre del ciclo escolar. La chispa que detonaría el conflicto fue la cancelación de 25 plazas de supervisión temporal asignadas a maestros del departamento de Educación Física, que asumieron dichas labores a raíz de la necesidad de brindar un apoyo más cercano a las escuelas. Al ser nombramientos temporales y no contar con un sustento definitivo, la decisión de la SEPyC fue la de regresar a los educadores a la función que desempeñaban con anterioridad.
La falta de diálogo e interlocución entre ambas partes hizo que en su momento la resolución al conflicto pareciera lejana. Mientras la secretaria Domínguez Nava defendía el actuar de la autoridad educativa a partir de la arista legal y jurídica, el gobernador llamaba a maestras y maestros a no “presionar al gobierno y querer mantener los privilegios que en el viejo régimen tenían”.
Por su parte, el sindicato dio muestras públicas de descontento que escalaron desde plantones en la Plaza de los Valores en la SEPyC, hasta la toma de las instalaciones de Educación Básica, incluyendo dos paros laborales en las primeras semanas de marzo. Y en su momento, también clamaron por la destitución del subsecretario de Educación Básica, Horacio Lora.
Lo anterior configuró un escenario complejo, en el que todo aquello más íntimamente relacionado con la enseñanza y el aprendizaje, pasó a un segundo y hasta a un tercer plano. Esto porque, a medida que a nivel local el conflicto paralizaba la gestión del sistema educativo, las desafortunadas decisiones a nivel federal dejaban a estudiantes, familias y maestros sin beneficios como alimentación y jornada escolar ampliada al extinguir los objetivos del Programa Escuelas de Tiempo Completo.
Con todo, el anuncio de una fase formal de diálogo ha de ser justamente reconocido como una buena noticia ¿Será la firma de la paz entre la SEPyC y el SNTE 27 el inicio de una pax educativa que permita enfocar todos los esfuerzos en acompañar a las comunidades escolares en resolver los grandes retos de aprendizaje que deja la pandemia?
Eso, sólo el tiempo lo dirá. Lo que sí se puede plantear de manera clara, es que desde Mexicanos Primero Sinaloa seguiremos defendiendo la idea de que lo político no puede atentar contra la capacidad del sistema educativo estatal de reactivarse después de dos años de crisis.