Opinión
Por primera vez en la historia de México, una mujer vestirá la banda presidencial. Este hito histórico llega tras una intensa jornada electoral que ha resultado en un cambio radical en la configuración política del país. La nueva presidenta, deberá afrontar grandes retos y desafíos en todos los ámbitos de la vida pública, entre ellos, la grave crisis educativa.
Los problemas que enfrentan las comunidades escolares siguen presentes. Las carencias de infraestructura y servicios básicos; el abandono de la formación y acompañamiento docente; los limitados avances en materia de transparencia y rendición de cuentas; la ausencia de evaluaciones de aprendizaje censales y la enorme necesidad de seguir impulsando la primera infancia y las habilidades socioemocionales son temas críticos que deben ser atendidos. De lo contrario, las niñas, niños y jóvenes seguirán perpetuándose en un sistema educativo deficiente y desigual, donde dos de cada tres alumnos no resuelven problemas matemáticos básicos y la mitad no comprende lo que lee.
Aunque la obligación de garantizar el derecho a aprender recae en el Estado, también es una corresponsabilidad que debe ser promovida y protegida por todos los actores educativos y sociales. No podemos lavarnos las manos ni hacer oídos sordos ante la magnitud de la situación, ni mantener una visión minimalista de la democracia que difícilmente aportará a la transformación educativa y a que cada actor se convierta en un agente de cambio.
Como organización de sociedad civil comprometida con la educación, este nuevo escenario político es una nueva oportunidad. Es claro que el reto es enorme, por lo tanto, se necesitarán articular puntos de encuentro, diálogo y consenso con los nuevos tomadores de decisiones para impulsar juntos una agenda educativa que ponga al centro a las niñas, niños y jóvenes, y no intereses ideológicos, individuales o partidistas.
Impulsar esta aspiración compartida por muchos mexicanos requerirá de la suma de cada vez más voluntades comprometidas con la causa. Desde la academia, el sector privado y social, y fundamentalmente las comunidades escolares, habremos de construir un frente común para que la educación deje de ser un bonito discurso y se convierta en una verdadera prioridad.
Alcanzar esta visión no es sencillo, más bien es complejo, complicado y a veces frustrante. Sin embargo, como señaló alguna vez Margaret Mead: “Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar al mundo. De hecho, son los únicos que lo han logrado”.
Como lo hemos hecho desde hace más de 10 años, desde Mexicanos Primero Sinaloa nos corresponde mirar a futuro con esperanza y motivación de que el cambio social es posible. En ese sentido, seguiremos buscando la colaboración con las autoridades educativas para trabajar juntos en esta causa, siempre con una visión objetiva y basada en evidencia rigurosa, comunicando y posicionando los temas más sentidos que enfrentan las comunidades escolares y sumando cada vez más voces a esta causa. El camino es largo, pero estamos convencidos de que será posible lograrlo.