Opinión
En tiempos de hiperinformación, experimentamos el presente mediante una radical inmersión en lo explícito, en lo inmediato. Pero procesar críticamente el presente requiere penetrar en las capas más profundas de la cultura, que son las que sostienen mucho de lo que hoy vemos, leemos, escuchamos. Sin esta geología intelectual ¿cómo entender el significado más denso del mundo en el que nos toca estar vivos? Con esta premisa en mente, dedicaremos algunas líneas a comentar uno de los trabajos más recientes de Carlos Ornelas, titulado La fatiga del sistema educativo mexicano.
El argumento central del ensayo plantea que el sistema educativo se encuentra fatigado, debido a la tradición de reformarlo de manera profunda (overhaul) que ha respetado de manera sagrada cada gobierno que arriba al poder.
Ornelas, uno de los especialistas en educación más respetados de México, se aleja de la interpretación en clave de crisis, para sostener que más que una ruptura, el sistema educativo experimenta un agotamiento que no acaba de ser definitivo. Esto, sumado a coyunturas y eventos impredecibles, tales como la pandemia de COVID-19, que determinan -para mal- la capacidad del sistema educativo de cumplir con las expectativas que se tienen respecto a su función social.
En cada cambio de administración, propone Ornelas, han estado en juego cuestiones filosóficas profundas, tales como el sentido histórico y los fines que el sistema educativo ha de perseguir. Y también cuestiones normativas y pragmáticas, como las estructuras y las formas de relación a través de las cuales el sistema educativo ha de saber encontrar la coherencia y eficiencia necesaria para cumplir con sus objetivos. De esta manera, cada identidad política ha querido dejar una marca de su legado, a partir de cambios en la gobernanza.
Para describir y analizar estos procesos de cambio y reorganización, Ornelas sigue el modelo de análisis aportado por el libro Trust, Accountability and Capacity in Education System Reform: Global Perspectives in Comparative Education editado porMelanie Ehren y Jacqueline Baxter (2020).
Siguiendo la herencia weberiana de construir tipos ideales para el análisis de lo social, Ehren y Baxter proponen que los sistemas educativos pueden ser gobernados por tres arquetipos principales: el jerárquico, el de mercado y el de redes de interacción. Desde esta estructura, Ornelas realiza un análisis que considera a la Secretaría de Educación Pública (SEP) y al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) como actores protagónicos.
Un resumen de las principales conclusiones del autor necesariamente debe iniciar con la prevalencia del sistema de organización de tipo jerárquico. Ornelas plantea que, aun cuando en lo discursivo se ha querido plantear un cambio hacia nuevas formas de organización, en la práctica esto no ha sido posible. Así, el tipo jerárquico ha prevalecido bajo la forma de una burocracia centralizada en la que la SEP ejerce un control tanto de lo normativo, como de lo técnico-pedagógico, de lo financiero y de lo político.
A pesar de lo anterior, Ornelas señala que el sistema educativo convivió por décadas con intentos por transformar la gobernanza educativa para llevarla hacia un tipo de organización de mercado, y en menor medida de redes de interacción. Sin embargo, estos cambios nunca lograron tener fuerza más allá de lo discursivo, dejando sin alterar elementos más estructurales en la organización del sistema educativo.
La prevalencia del tipo de organización jerárquica ha sido reforzada por la conducción del sistema educativo de la Cuarta Transformación. Ésta última, ha desmontado de manera gradual pero agresiva el entramado de políticas educativas de décadas anteriores, a las que etiquetó como neoliberales. Pero no ha sabido superar el sentido filosófico de una educación orientada a la calidad, pues sólo le ha reemplazado por el cercano concepto de excelencia.
Este vaciamiento filosófico es otra de las aristas desde las cuales Ornelas mira la actualidad del sistema educativo. La preferencia del uso de políticas sociales universales representa para el autor un elemento regresivo en cuanto a la búsqueda de mayor justicia social. Ofrecer a todos lo mismo, no corrige las desigualdades inherentes a la vida en sociedad. Se deja atrás la orientación hacia la equidad, concepto que estructuró las políticas sociales y educativas durante las últimas décadas.
Con todo, acaso lo más preocupante para el autor, es la consolidación de una conducción del sistema educativo vertical, jerárquica y burocrática. Que representa más un viraje hacia el pasado que hacia el futuro. Y bajo la cual los anhelos de radical transformación del propósito social de la educación y de las dinámicas escolares que se persigue con los cambios en los planes y programas de estudio tienen una muy baja probabilidad de ser exitosamente llevados a la práctica.
Todos estos elementos, propone Ornelas, no son cargas que entran y salen del sistema, sino que permanecen, generando un efecto aditivo, acumulativo. Su hipótesis de que el sistema educativo no se encuentra quebrado, sino agotado, levanta de inmediato la preocupación por responder preguntas tales como ¿cómo quitarle carga? ¿cómo revitalizar sus energías? ¿qué tan equivocados estamos cuando asignamos cada vez menos recursos económicos a un sistema educativo que carga, sobre todo después de una pandemia, con más peso que nunca?
En un sentido braudeliano, los cambios del presente son la espuma de un mar mucho más vasto y profundo. Por lo mismo, difícil sería atribuir sólo a los cambios de la actualidad la exclusiva causalidad de los problemas educativos relevantes del presente. Tal como el concepto de palimpsesto (manuscritos que conservan huellas de textos escritos y borrados con anterioridad sobre la misma superficie) se usó en la etnografía para describir de manera densa una cultura, pensar los cambios actuales del sistema educativo requiere hacer visibles las borraduras y las reescrituras que por décadas han sido realizadas sobre las escuelas, los maestros y los estudiantes. Este es acaso, el principal aporte que este excelente trabajo de Carlos Ornelas ofrece a aquel intelectual, académico o tomador de decisión que esté dispuesto a salir de la trinchera.