Opinión
Están por cumplirse tres años de que el mundo se paralizó y tuvo que hacer frente a la pandemia por COVID-19. Las escuelas cerraron y se evidenciaron, y profundizaron, las enormes carencias y desigualdades que enfrentaban las niñas, niños y jóvenes para aprender, sobre todo, en los contextos de mayor marginación. Las comunidades escolares trabajaron a distancia, muchas veces sin las condiciones materiales ni humanas para contrarrestar una situación que hasta el momento numerosos estudiantes siguen padeciendo.
Volver a las escuelas representó para la niñez y juventud no sólo una oportunidad de recuperar sus trayectorias educativas, sino también sus aprendizajes. Por lo tanto, se requieren políticas educativas que estén a la altura del momento histórico que puso en jaque a toda una generación. Una visión a largo plazo que tenga claro que no debe mantenerse la inercia del pasado, sino transformar, innovar y mejorar desde el presente.
La comparecencia de la secretaria de educación, Graciela Domínguez, en el Congreso del Estado de Sinaloa el pasado 27 de enero, brindó destellos de esperanza. Además de reconocer la existencia de una crisis educativa, se delinearon nueve estrategias para la recuperación de los aprendizajes en el estado las cuales fueron las siguientes:
1)Todas y todos transformamos la educación; 2) Diplomado de la Nueva Escuela Mexicana 3) Relación tutora en telesecundaria indígena y migrantes; 4) Estrategia estatal para la inclusión; 5) 1,2,3 por el aprendizaje en educación inicial; 6) Jóvenes ayudando a niños y niñas; 7) Diplomado de matemáticas y ciencias; 8) Construyendo la paz; y 9) Programa DECIDE, prevención en el uso de drogas.
Con el propósito de profundizar en estas estrategias se solicitó a través de la plataforma de acceso a la información los lineamientos, reglas de operación o cualquier documento operativo-normativo que permitiera conocer el contenido general y especifico de su funcionamiento. Esto permitiría identificar la forma en que se abordaba el problema, los objetivos a alcanzar, la estructura y forma de implementación, así como indicadores para medir el logro de resultados. Desafortunadamente, la respuesta a la solicitud entregada por la Coordinación Académica de la Subsecretaría de Educación Básica, únicamente brindó una escueta descripción de tres o cuatro líneas que resumía algunas de las estrategias señaladas por la secretaria para recuperar los aprendizajes.
La respuesta puede analizarse desde dos perspectivas. La primera es que la autoridad educativa prefirió mantener la opacidad y decidieron no entregar la información requerida sobre cada una de las estrategias. La segunda, es que no existen documentos formales que estructuren y permitan la operación de éstas. Ambos casos serían preocupantes, ya que estaríamos hablando de opacidad en el manejo de la información o de que la política educativa se formula con base en ocurrencias.
Recuperar los aprendizajes es un asunto urgente e impostergable. Por lo tanto, se requieren generar estrategias y acciones racionales basadas en evidencia que consideren la complejidad del contexto, tengan claras sus metas y objetivos, y que incluyan la participación de otros actores. De esta manera, se logrará devolverles a las niñas niños y jóvenes el derecho a aprender que estos años no les fue garantizado.