Opinión
El pasado viernes 15 de octubre, en la comparecencia del secretario de Educación Pública y Cultura, se señaló que habían regresado a clases presencialmente 281,168 alumnos y 12,963 docentes, pertenecientes a 2,255 escuelas. Esto sin duda es un acontecimiento trascendente para atender las graves afectaciones propiciadas por la pandemia. No obstante, el regreso en sí mismo es insuficiente si no tomamos en consideración toda la evidencia y experiencia de la cual hemos aprendido después del cierre de escuelas. No podemos regresar a lo mismo. Debemos regresar a algo mejor, y para lograrlo necesitamos considerar lo siguiente:
La autoridad educativa debe guiar, orientar y propiciar los insumos necesarios para la operación de las escuelas. No obstante, debe permitir y fortalecer la autonomía de gestión escolar, reconociendo en cada momento que los contextos son distintos y por lo tanto, las comunidades escolares deben ser capaces de tomar sus propias decisiones de forma participativa y democrática.
El liderazgo de los directores es de gran relevancia, ya que han sido fundamentales para sensibilizar y concientizar a docentes y familias sobre la importancia de atender a los alumnos presencialmente. Es imprescindible generar mecanismos de formación continua adecuada, así como acompañamiento y herramientas pertinentes para fortalecer sus conocimientos y habilidades directivas. De esta manera será posible seguir fortaleciendo un liderazgo cada vez mejor que impacte en el funcionamiento de las escuelas.
De acuerdo con los docentes y directivos, una de las principales preocupaciones para volver a la escuela ha sido el bajo rendimiento escolar de los estudiantes. Por lo tanto, será de determinante generar diagnósticos de aprendizaje adecuados de acuerdo con el contexto de los alumnos y que además permita generar estrategias de focalización para el nivel que les corresponde.
Centrarse en el aspecto socioemocional de los estudiantes es fundamental para su desarrollo. Dejarlo en un lugar secundario pudiera ser muy costoso, sobre todo después de conocer los efectos que la pandemia y el encierro ha causado durante este periodo de aprendizaje a distancia. Si bien, atender este aspecto es de vital importancia para los alumnos, también debe centrarse en preparar y sensibilizar a los docentes, quienes son los encargados de aplicarlo en las escuelas.
Las carencias de infraestructura han sido una situación que ha limitado el funcionamiento de las escuelas. La autoridad educativa debe garantizar insumos básicos para su funcionamiento como servicios de agua, luz eléctrica y sanitarios, además dotar a los planteles de las condiciones y equipamiento como cubrebocas y materiales de limpieza y desinfección. Asimismo, será importante considerar la actualización de protocolos para que consideren la ventilación como elemento fundamental pare reducir el riesgo de contagio de COVID -19.
No podemos dejar de advertir que un aspecto fundamental al cual debemos centrarnos es en la atención de la primera infancia. Como ya hemos mencionado en Mexicanos Primero Sinaloa, todo aquello que no se aprende en los primeros años de vida, no se recupera jamás. Si bien hemos tenido avances en esta materia con estrategias tales como Aprende en Casa y la implementación piloto de la Estrategia Nacional de Primera Infancia, todavía debemos seguir trabajando para que Sinaloa sea el mejor lugar para nacer.
Estos son algunos de los aprendizajes que la evidencia nos ha mostrado y que deben ser atendidos si queremos alcanzar un mejor sistema educativo. Tenemos la oportunidad de ajustar y corregir para lograr un sistema educativo cada vez mejor, donde todos podamos ser parte de este cambio. No podemos desaprovechar este momento histórico para volver a imaginar las instituciones educativas y estos seis imprescindibles son fundamentales para lograrlo, y así convertir esta crisis en oportunidad.