Opinión
Hay una máxima que dice que las prioridades de una institución no se encuentran en su declaración de misión y visión, sino en su presupuesto. Así las cosas, las prioridades educativas de México se alejan cada vez más de las políticas de intervención educativa y de la escuela, para apuntar directamente a los bolsillos de las personas. Hoy esto es insuficiente para salir de la crisis educativa silenciosa que vivimos. Explicaremos por qué.
Esta semana se hicieron públicos los resultados de la primera publicación científica que demuestra que el retroceso de los niveles de aprendizaje en habilidades básicas de matemáticas y de lectura en México es enorme. En lo general, el retroceso es claro para todos. Pero en lo específico, se ve que en matemáticas la brecha es peor, afectando sobre todo a estudiantes en las familias más pobres y a niñas. Es un pozo hondo y con poca luz.
Revertir esta situación y reactivar el derecho a aprender obliga a reinventar el aprendizaje, personalizándolo y acelerándolo. Volver a las clases presenciales no será suficiente. Asignar la mayoría del recurso federal a becas universales no alcanza. Aun si las becas pudieran aumentar la asistencia escolar, es poco probable que impacten significativamente en revertir una caída colosal en los niveles de aprendizaje.
Sin recursos para hacer política educativa, ¿cómo podrá la SEPyC evaluar y monitorear permanentemente las necesidades educativas puntuales de los estudiantes en el estado? ¿Cómo financiará el diseño y la implementación de estrategias de intervención centradas en el aprendizaje académico y socioemocional? ¿Con qué pagará la formación que los profesores necesitan para enfrentar el desafío pedagógico más grande en sus carreras?
El anuncio de financiamiento local para el programa La Escuela es Nuestra permite inferir que el principal énfasis del gobierno local será acelerar el regreso a las clases presenciales. Esto debe ser valorado como una noticia positiva. Pero no alcanza para pasar de un regreso a la escuela a una reactivación del aprendizaje.
El año pasado, sólo pudimos incidir para que el proceso de asignación de presupuesto educativo local lograra revertir tendencias negativas, como la desaparición de programas que benefician a la estudiantes indígenas y migrantes. Pero no logramos que se aprobara un rubro presupuestal para una recuperación educativa integral.
Las políticas para fortalecer la enseñanza y reimaginar el aprendizaje dependen de que se les asigne presupuesto suficiente. Hoy, la responsabilidad está en manos del gobierno y del congreso local. Estaremos atentos al proyecto de presupuesto estatal 2022, donde conoceremos dónde están las verdaderas prioridades.
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Ángel Leyva