Opinión
El reciente informe del CONEVAL sobre el Programa de Becas de Educación Básica para el Bienestar Benito Juárez (PBBBJ) arroja luz sobre los efectos de esta política social en la permanencia escolar. La evaluación de impacto del PBBBJ revela avances concretos, pero también deja espacios para reflexionar sobre su efectividad en el largo plazo, ya que persisten desafíos importantes para garantizar que las y los estudiantes en situación vulnerable logren culminar su trayecto educativo.
Uno de los hallazgos más importantes del estudio es la reducción del abandono escolar en las escuelas con una alta proporción de estudiantes beneficiarios. Esta disminución es particularmente visible en secundarias, donde el abandono cayó un 1.36%, mientras que en municipios de baja marginación la cifra fue aún mayor, con una reducción del 2.33%.
A pesar de los logros del programa, la evaluación también muestra que los impactos son más evidentes en el corto plazo. En municipios con alta marginación, donde las familias enfrentan barreras estructurales como pobreza, la falta de escuelas cercanas o el acceso limitado a transporte, el PBBBJ ha mostrado ser insuficiente para frenar de manera significativa el abandono escolar de sus estudiantes. Esto se debe a que la beca no cubre gastos esenciales como el transporte o el acceso a tecnologías que facilitarían el aprendizaje. De este modo, en términos de eficacia y sostenibilidad, dos criterios centrales en la evaluación de políticas públicas, el PBBBJ cumple parcialmente con sus objetivos a corto plazo, pero no ofrece una solución sostenible en el tiempo, especialmente en contextos donde los problemas estructurales persisten.
Otro reto importante tiene que ver con la dispersión de los recursos. Los beneficiarios señalaron dificultades con el acceso al Banco del Bienestar, el principal mecanismo para el cobro de las becas. En comunidades marginadas e indígenas, la falta de cajeros automáticos en lenguas nativas y la ausencia de internet en muchas zonas aumentan las complicaciones. Además, la demora en la entrega de la beca afecta la capacidad de las familias para planificar sus gastos educativos. Estos problemas logísticos pueden reducir la eficiencia del programa y limitar su impacto.
Ante este panorama, si bien el PBBBJ es un paso en la dirección correcta, no puede ser el único. Las transferencias monetarias, aunque necesarias, no garantizan por sí solas que las y los estudiantes puedan estar y aprender en la escuela.
Por ello es necesario que se implementen políticas complementarias que aborden las barreras estructurales que impiden el acceso a la educación. En ese sentido, es fundamental que exista congruencia de políticas, es decir, que éstas no operen de forma aislada, sino en coordinación con otras políticas sociales y educativas para reforzarse entre sí y maximizar su impacto. Esto podría incluir tutorías personalizadas para quienes presentan dificultades de aprendizaje, así como transporte escolar gratuito (o de bajo costo) y becas de manutención para personas que viven en localidades sin escuelas.
En conclusión, aun cuando el PBBBJ ha logrado avances importantes en la lucha contra el abandono escolar, la evaluación del CONEVAL deja claro que su impacto es limitado cuando no se acompaña de otras medidas que permitan a los estudiantes más vulnerables acceder plenamente a su derecho a aprender. El próximo paso es reforzar y expandir estas estrategias, para que los beneficios de las becas no se queden en el corto plazo, sino que se traduzcan en oportunidades reales y duraderas para que los estudiantes puedan superar su contexto y no reproducirlo.
Esta columna fue publicada originalmente en El Heraldo de México.
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Ángel Leyva