Opinión
Cuando estaba en primer grado de secundaria, declamé por primera vez una poesía titulada “Maestrito de Pueblo”. La historia narra la intensa discusión entre un padre y su hijo, quien había decidido dedicarse a la docencia. Para el padre, ser maestro representaba una profesión viciada y sin prestigio. En contraste, para el hijo, la docencia era una vocación noble y esencial para el progreso de su comunidad. Al final, el padre, conmovido por la pasión y determinación de su hijo, reconoce la valiosa labor de los maestros y lo inspira a seguir adelante, entendiendo que es una labor invaluable que tiene el poder de transformar vidas.
La esencia de esta poesía, y ese amor y vocación por la docencia, la sentí nuevamente al interactuar con los ganadores del Premio ABC y AEI. Más allá de explicar las características de estos reconocimientos, basta por el momento decir que son personas ejemplares y con una visión clara sobre la importancia de fortalecer el derecho a aprender de las niñas, niños y jóvenes (NNJ) para alcanzar una sociedad cada vez más justa y democrática.
La experiencia formativa inició con un trayecto virtual de diez sesiones y concluyó presencialmente en Yucatán, en una bella hacienda rodeada de naturaleza, historia maya y espacios propicios para el aprendizaje y la co-creación. En un primer momento, se buscó que cada participante se conectara con su propósito, es decir, clarificar la intención de lo que hacen. Las y los docentes mostraron su inspiración para seguir aprendiendo, la relevancia de valorar las circunstancias, compartir y contagiar a otros, así como ir evolucionando física y emocionalmente para convertirse en mejores versiones de sí mismos.
Las y los maestros se conectaron con el aprendizaje y profundizaron en la importancia de la participación de NNJ, donde tuvieron la oportunidad de formular propuestas para una escuela, un estado o transformaciones a nivel federal. Además, revivieron la importancia del juego para el aprendizaje y reconstruyeron significados en sus vidas, conectando con sus emociones y encontrando cada uno la esencia de su persona.
No podía dejarse pasar la oportunidad de que estos docentes y directivos ejemplares pusieran en práctica sus talentos. En ese sentido, asistieron al curso de verano de Baktún, donde tuvieron una experiencia comunitaria con NNJ mayas de entre 4 y 14 años. Organizados en cuatro equipos, que representaban la tierra, el agua, el aire y el fuego, realizaron un circuito en el que las y los niños aprendieron sobre estos elementos. Mediante estrategias innovadoras y creativas, los docentes facilitaron la participación de las y los niños, la activación física y el uso de técnicas narrativas que capturaron las sonrisas y el interés de los pequeños, logrando conectarse con ellos y su contexto.
La reflexión sobre el derecho a aprender, las prácticas educativas y sus significados, así como la esencia del ser humano, permitió a los docentes posicionarse en distintos escenarios y contextos. Tuvieron la oportunidad de imaginarse un mundo en el que hubieran sido excluidos de la escuela y del aprendizaje en algún nivel del sistema educativo, y contrastarlo con haber concluido su educación formal. Esto resaltó la relevancia que la educación ha tenido para ellos y para las personas que los rodean. Asimismo, tuvieron la oportunidad de expresar acciones concretas para fortalecer sus prácticas educativas y contribuir en sus comunidades escolares.
Finalmente, no podía faltar la conexión con el contexto cultural. Las y los ganadores de los premios ABC y AEI visitaron la zona arqueológica de Chichen Itzá y se sumergieron en la rica historia maya. Además, tuvieron la oportunidad de conocer uno de los cenotes, disfrutando de la riqueza cultural y natural que Yucatán tiene para ofrecer.
Vivir esta experiencia junto a docentes y directivos tan comprometidos deja claro que transformar la educación sucede en las aulas, en las escuelas y en las comunidades. Conformar una red de apoyo, donde todos aprendemos de todos, nos brinda oportunidades inmensas. Desde la sociedad civil, queda claro que reconocer y motivar a los maestros ejemplares rinde frutos. De esta manera, seguiremos identificando a estos agentes de cambio que impulsarán una visión compartida para que el derecho a aprender no se detenga y siga transformando vidas.
P.D. Agradezco al Instituto DIA, Baktún, La Vaca Independiente y a la red Mexicanos Primero por este trayecto formativo. Sin duda, una experiencia que cambia vidas.
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Daniel Rodríguez