Opinión
El derecho a la educación implica que todas las niñas, niños y jóvenes deben estar, aprender y participar dentro de la escuela a lo largo de su trayecto educativo. A esto se le conoce como trayectorias educativas completas y exitosas. En ese sentido, el Estado debe garantizar que todas y todos transiten y aprendan por los diferentes niveles educativos hasta concluir la educación superior.
Lamentablemente, esta aspiración parece difícil de alcanzar en la realidad. Y es que, de acuerdo con los datos disponibles, en México, por cada 100 alumnos que ingresan a primaria, sólo 26 logran terminar una carrera universitaria; y 74 se quedan en el camino. ¿Y qué es lo que sucede en Sinaloa? Si bien no se dispone de datos para medir la “generación herida”, existen indicadores que pueden brindarnos aproximaciones de cómo se garantiza el derecho a la educación en el estado.
Aunque en los últimos años hay un avance positivo con relación a la reducción del abandono escolar en la entidad, hay otros indicadores a los que bien merece la pena poner atención. Por ejemplo, la tasa neta de escolarización en el nivel primaria (porcentaje de niños entre 6 y 11 años matriculados oportunamente) se redujo de 93.9 a 92% entre los ciclos 2020-2021 y 2022-2023. Por su parte, la cobertura (tasa bruta de escolarización) en el nivel de secundaria disminuyó en 2 puntos porcentuales, pues pasó de 95.5 a 93.5% durante los mismos ciclos. Y finalmente, si bien ha existido una considerable mejoría en la eficiencia terminal del nivel media superior, al aumentar de 63.3 a 72.2% durante esos tres ciclos, Sinaloa aún permanece por debajo de la media nacional (75.6% actualmente), tanto en este indicador, como en los anteriores.
Estos datos encienden algunos focos rojos y evidencia que, lastimosamente, no a todas las niñas, niños y jóvenes se les garantiza estar en la escuela. No obstante, los que ya se encuentran dentro de ésta, ¿realmente aprenden?
Según la edición 2022 del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), México obtuvo 395 puntos en Matemáticas y 415 en Lectura, ambos resultados por debajo del promedio de los países de la OCDE, que se sitúa en 472 y 476 puntos, respectivamente. El informe PISA evalúa los conocimientos y habilidades que los alumnos de 15 años necesitan para la vida diaria, lo que revela que 2 de cada 3 estudiantes en México no pueden aplicar sus conocimientos matemáticos para resolver problemas cotidianos y que 1 de cada 2 tiene dificultades para comprender lo que lee.
Para el caso de Sinaloa, tras la suspensión de PLANEA, la única prueba estandarizada con la que se dispone es la Evaluación Diagnóstica del Aprendizaje de las y los Alumnos de Educación Básica, diseñada por la Mejoredu. Esta evaluación se aplicó por primera vez en el estado durante el ciclo 2021-2022, en la cual, el promedio estatal de respuestas correctas en los alumnos de sexto de primaria fue de 53% en Lectura, y 56.5% en Matemáticas. Mientras que, en tercero de secundaria, el promedio estatal fue de 44.9% y 42.2%, respectivamente.
Asimismo, en la aplicación posterior de esta evaluación (ciclo 2022-2023), el promedio estatal de respuestas correctas en los alumnos de sexto de primaria fue de 49% en Lectura y 47% en Matemáticas. Y en tercero de secundaria fue de 48% y 30%, respectivamente. Esta misma prueba se aplicó también durante el ciclo que acaba de concluir (2023-2024), no obstante, la Mejoredu no ha hecho público el reporte de resultados.
Todo lo anterior, permite concluir que, a pesar de algunos avances, el derecho a la educación en Sinaloa enfrenta serios desafíos para la permanencia y aprendizaje de los estudiantes. Los indicadores no sólo alertan sobre la falta de acceso a trayectos educativos completos, sino también sobre la calidad de los aprendizajes. Por ello, es importante reconocer que la permanencia en el sistema educativo no garantiza, por sí sola, la adquisición de conocimientos y habilidades necesarias para la vida. Y que, sin una intervención decidida y eficaz, se corre el riesgo de perpetuar una generación que, aunque escolarizada, carezca de las herramientas esenciales para enfrentar los retos del futuro.
Ante esto, es necesario que el Estado impulse programas dirigidos no sólo a la prevención del abandono escolar, sino también a la recuperación de aquellos que no se encuentran dentro del sistema educativo. Asimismo, es esencial mantener evaluaciones estandarizadas para medir el aprendizaje de los estudiantes, y que, a su vez, permitan ajustar las políticas educativas en consecuencia.