Opinión

Desde hace algunas semanas, en Mexicanos Primero Sinaloa hemos visibilizado los diversos tipos de violencia que enfrentan niñas, niños y jóvenes. Primero, sobre la grave crisis de inseguridad que ha azotado a Sinaloa y ha propiciado que las y los estudiantes no puedan asistir y aprender en ambientes adecuados para su desarrollo integral. Después, publicamos sobre el acoso escolar que ha sido reportado en distintos contextos, no solo en el estado sino también en otras entidades donde incluso hay alumnos que han perdido la vida. Ahora, es momento de hablar de otro tipo de violencia que muchas veces se minimiza o se ignora: la violencia en el noviazgo.
Hace algunos días se publicó el estudio Violencia en el noviazgo desde la perspectiva escolar realizado por Fundación Naná y Mexicanos Primero. En dicho trabajo se analiza este problema desde el entorno educativo y visibiliza cómo esta violencia puede generar afectaciones socioemocionales como estrés, ansiedad, limitar la concentración y la participación en el aula, e incluso pueden llevar al abandono escolar.
El estudio señala que las adolescentes son las principales víctimas de la violencia en el noviazgo, principalmente de tipo psicológico, físico y sexual. Se estima que entre el 24 y el 28 por ciento de las mujeres entre 15 y 19 años han experimentado algún tipo de violencia en una relación de pareja. Además, en México, 60 por ciento de las adolescentes entre 15 y 17 años han sido víctimas de violencia de género, de las cuales el 40 por ciento ha sido de tipo sexual.
La educación juega un papel clave en la detección y prevención de este problema. No se trata solo de hablar sobre el tema, sino de dotar a estudiantes, docentes y familias de herramientas para reconocerlo y enfrentarlo. Muchas relaciones violentas inician con señales tempranas que suelen pasar desapercibidas, como celos excesivos, control sobre la pareja, aislamiento o la restricción de la autonomía. Es fundamental que las y los adolescentes sepan identificar estos comportamientos y tengan espacios seguros donde puedan pedir ayuda.
Para lograrlo, la formación docente es clave, no solo para intervenir oportunamente en situaciones de violencia, sino para generar ambientes escolares donde se deje de normalizar las dinámicas de control y agresión en las relaciones de pareja. La educación socioemocional también es una herramienta poderosa: fortalecer en la infancia y adolescencia el desarrollo de habilidades como el autoconocimiento, la comunicación asertiva y la gestión de emociones es una estrategia efectiva para la prevención.
En este sentido, las familias deben ser espacios de confianza donde las y los adolescentes puedan hablar abiertamente sobre sus relaciones sin miedo a ser juzgados, promoviendo el reconocimiento temprano de dinámicas de control y agresión. Las escuelas deben actuar no solo cuando la violencia ya ocurrió, sino antes, con estrategias formativas y acciones preventivas, así como con protocolos claros de actuación.
Si bien existen algunas políticas públicas para prevenir la violencia de género, estas son insuficientes y aún hay vacíos en su implementación efectiva en el ámbito escolar y familiar. Es fundamental que el Estado fortalezca su aplicación y garantice mecanismos de prevención y atención dentro y fuera de las escuelas.
Si queremos realmente enfrentar este problema, no basta con buenas intenciones. La educación debe incorporar herramientas para la detección temprana de la violencia en el noviazgo desde la escuela. Identificar las señales a tiempo puede hacer la diferencia entre una relación basada en el respeto y una que, si no es atendida, puede escalar hasta poner en riesgo la vida de una persona. No podemos seguir viendo esta violencia en el noviazgo como algo privado o inevitable, ya que es un problema público y urgente sobre el que se debe actuar.