Skip to content
Celulares en la escuela: ¿aliados del aprendizaje o fuente de distracción?

Celulares en la escuela: ¿aliados del aprendizaje o fuente de distracción?

El uso de teléfonos celulares en las escuelas, especialmente en aquellas que atienden a niñas, niños y adolescentes, ha generado un debate global que se intensifica con cada nuevo ciclo escolar.

Aunque algunos sistemas educativos los consideran herramientas potenciales, otros han optado por restringir o incluso prohibir su uso, alegando distracción, bajo rendimiento académico y riesgos para la salud mental y la seguridad del alumnado.

Según el más reciente Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (GEM) de la UNESCO, publicado con motivo del Día Internacional de la Educación, 79 sistemas educativos, el 40% del total, ya han prohibido el uso de teléfonos inteligentes en las escuelas, frente al 30% que lo hacía a finales de 2023. Estas cifras reflejan una tendencia creciente hacia el establecimiento de límites más estrictos.

La tensión entre oportunidad y distracción

El Informe GEM 2023 deja claro que la tecnología, incluidos los celulares, debe usarse en las aulas solo cuando contribuya de manera directa a mejorar el aprendizaje. Y subraya que incluso tener un celular encendido y con notificaciones entrantes puede distraer a los estudiantes significativamente. Estudios citados en el informe demuestran que, tras una interrupción, un alumno puede tardar hasta 20 minutos en volver a concentrarse plenamente.

Investigaciones que analizaron el rendimiento estudiantil antes y después de la prohibición del uso de celulares en Bélgica (Baert, et al 2020), España (Beneito and Vicente-Chirivella, 2020) y el Reino Unido (Beland and Murphy, 2016), encontraron mejoras en los aprendizajes, especialmente entre los estudiantes con más dificultades académicas. Sin embargo, estos hallazgos no son universales.

En contraste, un estudio realizado en Suecia no encontró mejoras en el rendimiento académico tras implementar una medida similar. E incluso un informe del Departamento de Educación de Estados Unidos indicó que las escuelas con prohibiciones reportaban un mayor porcentaje de casos de ciberacoso, lo que plantea nuevas preguntas sobre la eficacia real de estas políticas, destaca un análisis publicado por UNAM Global Revista.

Diferentes países, distintas decisiones

Los enfoques adoptados por los países varían significativamente. En España, el Consejo Escolar del Estado acordó prohibir el uso de celulares en horario lectivo, salvo en casos pedagógicos o por razones de salud justificadas. Francia, por su parte, endureció su legislación en 2025, exigiendo a los estudiantes de secundaria guardar los dispositivos en una taquilla o bolsa durante toda la jornada escolar. Las autoridades han reportado efectos positivos como mayor interacción social, mejor concentración y menos acoso escolar.

En América Latina, algunos estados de México han comenzado a tomar medidas similares. En Querétaro, el SIPINNA aprobó lineamientos que prohíben el uso de celulares en clase, mientras que en Nuevo León se plantea permitir su uso solo con fines educativos o en emergencias, destaca El Economista.

En Jalisco, la propuesta va más allá del aula, ya que busca proteger a los estudiantes de los riesgos asociados al reclutamiento por parte del crimen organizado a través de redes sociales y plataformas digitales.

¿Prohibir o enseñar a usar?

El análisis de la UNAM Global Revista plantea que el debate no tiene una respuesta clara.

Hay evidencia que respalda tanto los beneficios como los riesgos del uso de celulares en clase. Un metaanálisis de 2021 encontró que el impacto negativo depende de variables como el contexto, el nivel educativo y la capacidad de autorregulación del estudiante.

La doctora Verónica Alcalá Herrera, de la Facultad de Psicología de la UNAM, expone que el uso del celular dentro y fuera de las escuelas es relativamente reciente y aún queda mucho por indagar, por lo tanto, no es posible afirmar categóricamente si es positivo o negativo”.

“Tanto las investigaciones que muestran efectos negativos como positivos nos permiten construir el rompecabezas del conocimiento sobre el tema. Debemos analizar con detenimiento los aspectos metodológicos de cada estudio para entender sus especificidades y poder tomar decisiones integrales”, subraya.

Alcalá sostiene que, más que prohibir, se debería educar a los estudiantes para que comprendan tanto los riesgos como las oportunidades de la tecnología. Esto implica formar a maestros, involucrar a las familias y diseñar estrategias pedagógicas que integren la tecnología de manera responsable.

Un debate necesario, no cerrado

El creciente número de prohibiciones sugiere que los gobiernos buscan proteger la concentración, el bienestar emocional y la seguridad de sus estudiantes. No obstante, organismos como la UNESCO llaman a formular políticas basadas en evidencia y a no aislar a los estudiantes de la tecnología, sino a enseñarles a utilizarla de forma crítica y equilibrada.

La discusión sigue abierta. Mientras tanto, cada escuela, cada comunidad educativa y cada país enfrentan el reto de encontrar el punto medio entre proteger la atención y preparar a los estudiantes para un mundo donde la tecnología es omnipresente.

Comparte:

Más notas